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Observatorio Amazonia

marzo 13, 2024

María Juliana Gómez, profesional en la incorporación del enfoque de género de la FCDS, tenía como misión escuchar a las mujeres campesinas del departamento de Guaviare, voces que han permanecido ocultas por el machismo.

Tenía preparados dos talleres de género en las veredas Caño Pescado y La Cristalina. Mientras viajaba en avión desde Bogotá hacia la selva, la angustia apareció por una posible baja asistencia de sus futuras alumnas.

Las mujeres del campo no tienen mucho tiempo libre. Durante todo el día realizan labores como ordeñar, cosechar, arreglar la casa y preparar las comidas para la familia. Además, los esposos de muchas de ellas no les dan permiso de salir”.

Sin embargo, una corazonada le decía que esto no ocurriría en sus talleres, actividades donde las carteleras llenas de letras, leyes, artículos y normatividad y los discursos rimbombantes y extensos brillan por su ausencia.

Me tranquilicé un poco porque varias de las mujeres que fueron invitadas son líderes sociales y ambientales en el territorio”. Todas hacen parte del programa de forestería comunitaria de la FCDS, que cuenta con el apoyo financiero del Gobierno de Noruega y el programa Amazonia Mia, y lideran iniciativas de bosques productivos.

El taller en Caño Pescado, una de las veredas del corregimiento de El Capricho en San José del Guaviare, estaba programado para las nueve de la mañana. María Juliana y varios profesionales de la FCDS llegaron antes.

Un salón con pocas paredes y un tejado de aluminio color azul, sería el escenario del taller de género. El cielo carecía de nubes, los rayos del sol aceleraban su intensidad y el fuerte viento levantaba el polvo de una trocha rojiza y seca.

Poco a poco fueron apareciendo cerca de 30 mujeres campesinas de varias veredas de El Capricho, corregimiento donde hace más de cinco años nació el programa de forestería comunitaria de la fundación.

Todas llegaron en moto. Algunas estaban acompañadas por sus esposos, quienes querían saber las temáticas que se abordarían en el taller. “A algunos hombres no les gusta que sus esposas participen en reuniones donde el género masculino no está presente”, dijo María Juliana.

Vamos a soñar

Las mujeres campesinas se sentaron en las sillas plásticas organizadas en forma de círculo. Algunas murmuraban entre ellas en voz baja y otras prefirieron no pronunciar una sola palabra. En sus rostros era evidente que estaban nerviosas.

María Juliana se paró en la mitad del círculo. Luego de presentarse, les informó que este taller de género giraría en torno a una temática de la que poco se habla en el territorio: el derecho a decidir sobre la tierra que tienen las mujeres.

La mitad de la población rural del país son mujeres. Lo que buscamos con estos talleres es que conozcan las herramientas que tienen para poder decidir y que no sientan miedo de hablar en las mismas condiciones que los hombres. Todas tenemos poder de mando”.